
El hombre continuó observando esperando que, en cualquier momento, las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente como para soportar el peso del cuerpo que se contraería y deshincharía. Nada de ello sucedió , y la mariposa sólo podía arrastrarse en círculos con su cuerpo deformado y las alas dobladas...Nunca llegó a volar.
Lo que en su ignorancia no entiendió el hombre, inmerso en su espíritu salvador, era que la restricción de la abertura del capullo y la lucha de la mariposa por salir a través del agujero diminuto, era la forma en que la naturaleza forzaba a los fluidos de su cuerpo a ir hacia las alas a fin de que fueran grandes y fuertes para poder volar.
La libertad y el volar sólo pueden llegar después de la lucha. Y, al privar a la mariposa de su lucha, también le privó de su libertad y de su vuelo.
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